martes, 21 de junio de 2011

ANTE TUS OJOS


En un mundo

lleno de anhelos perdidos,

vaciado de deseos,

empeñado en palabras

que se pronuncian

para no ser cumplidas.

Con esta soledad que acecha

que se cuelga de mis pensamientos

e interrumpe cada idea

que intenta ser palabra.

Es un puñado de recuerdos

que vuelven de tanto en tanto,

que trepan y se aferran

como un cruel presente

que duele

y me acaricia

el alma.

Con todas las miradas

clavadas en mis ojos

que dicen y no dicen,

que intentan y no intentan,

que miran y no miran,

sentencio a mi silencio

a que intente pronunciar

vocablos que no hablen

de esa sórdida verdad

que no se pronuncia

ante tu ojos.

AMANECER


Y es que un día amaneceré

rodeado de voces y fantasmas,

de aquellos desencuentros

que vuelven a envolverme

e intentan seducirme.


Amaneceré sin saber

lo que se siente al perder,

lo que se pierde al sentir,

lo que se gana,

lo que se olvida.


Lo que se gana

es tan poco,

lo que se pierde

se olvida,

lo que se siente

te cubre,

te espanta.


Como aquellos fantasmas.

Como las voces que invaden

cuando amanece.

WILLY


Willy suele estar contento, así lo manifiesta constantemente: cuando le sirven la merienda, cuando le dan un lápiz para dibujar.
Cada vez que le preguntan, sin dudar, él afirma “¡estoy contento!”, y debo aclarar que todo esto desde mucho antes que algún jugador de fútbol hubiera protagonizado cualquier publicidad.
A Willy le gustan las revistas, sobre todo las que traen imágenes de autos y modelos. Él siempre pide revistas, puede pasar horas hojeándolas y cada vez que se asombra con algo lo anuncia, más aún cuando predomina el rojo en las imágenes, porque a Willy le encanta el color rojo, los autos rojos, los vestidos rojos, los zapatos rojos, las remeras rojas y sin embargo no es de independiente!
Willy tiene mamá, dos hermanos y un sobrino, a veces no sé muy bien si él sabe que los tiene. Su mamá siempre lo lleva del brazo porque él tiene algunas dificultades para andar, aunque muchas veces va y viene solo, mucho más cuando persigue a los tantos chiquitos que lo buscan para jugar y aunque Willy tiene casi 30 años, disfruta de esas correrías.
A veces me pregunto qué será de Willy en algún tiempo, qué pasará cuando Rita ya no pueda cuidarlo o ayudarlo en sus tareas cotidianas. A veces también me pregunto qué sentirá Rita al respecto.
Hoy, sin embargo, prefiero escuchar a Willy que con una gran sonrisa vuelve a soltar al viento esas lindas palabras para dejar en claro que no es más que un niño feliz, más allá de cualquier dificultad.

en "Sie7e Historias que buscan ser leídas" (2012)